Desde que Röntgen descubriera los rayos X en diciembre de 1895, la radiología se ha convertido en una de las principales herramientas para el diagnóstico y tratamiento de innumerables enfermedades. Sin embargo, ningún procedimiento médico está exento de riesgos, y el de una exposiciòn inadecuada a radiación no es menor.
Se estima que el riesgo adicional de cáncer por la práctica de una radiografía sería de 1/1.000.000, mientras que el de una TC de abdomen, por ejemplo, supone un incremento de riesgo de 1/2000. Considerando que el riesgo de la población general de padecer cánceres es de un 25%, el incremento de riesgo individual por estudios radiológicos es escasamente significativo, de forma que, para un caso concreto el balance beneficio-riesgo favorece abrumadoramente al beneficio. Sin embargo, cuando este factor casi despreciable se multiplica por el formidable número de tomografías anuales practicadas a la población, se convierte en estadísticamente significativo. Hoy se admite que la irradiación diagnóstica con fines médicos supone un riesgo para la Salud Pública.
La protección radiológica es un aspecto central de la seguridad de los pacientes en radiología diagnóstica e intervencionista. Los tres principios fundamentales de la protección radiológica son: a) la justificación del procedimiento; b) la optimización, y c) la aplicación de dosis tan bajas como sea razonablemente posible (ALARA) por sus siglas en inglés “As Low As Reasonably Achievable”.
Recomendaciones:
Las principales sociedades de radiologìa del mundo han establecido diferentes recomendaciones para la radioprotección de los pacientes, dentro de las que se encuentran las siguientes:
Las tomografías deberían limitarse a lo estrictamente necesario) Para alcanzar este objetivo resulta fundamental la comunicación entre los especialistas en imágenes y los médicos que derivan a los pacientes. De este intercambio y de la mayor conciencia de estos últimos puede surgir la real necesidad del estudio, pudiendo plantearse alternativas diagnósticas que minimicen la irradiación, sobre todo en niños.
Las técnicas de exposición deben ajustarse especialmente en los pacientes pediátricos.Los niños suelen recibir dosis innecesariamente altas cuando la configuración del tomógrafo está preparada para un adulto.
Debe garantizarse que el personal técnico se encuentre debidamente entrenado
La tarea de optimización es comúnmente llevada a cabo cuando el equipo ya está instalado y debería involucrar a especialistas en imágenes, físicos especializados y técnicos con experiencia.
Para ello, los centros deben contar con la asistencia de expertos (ej: ingenieros, físicos) que determinen los parámetros apropiados a monitorear.